lunes, 23 de junio de 2014

IX

El aroma del polvo me recuerda a tu partida, 
y las luces de la noche a tus cálidos ojos.
 El frío del aire a tu seco corazón y 
lo bello del cielo, 
¡ah!, ¡oscura pasión!. 

Tú y el sol, yo y la luna

La luna, amargada, miraba con desdén mi ser ansioso de amor divino, 
y el sol, ansioso del amor del que no tenemos oscurecía su brillantes, 
su fuego fugás, si falta de hombría. 
Era la luna madre puritana y era el sol hijo libertino,
y te mira a los ojos, imagina tu carne, anhela tu cuerpo,
deseoso de ti está el ardiente sol. 
Y cuándo la luna se oscurece el sol se apaga, y cuando la luna enrojese,
el sol calienta, y te mira, y la ropa te quita, y tu caes, y tu tiemblas, 
y tu vas hacia él, y él te llena de amor, mientras yo, aquí sin ti, 
sin tu cuerpo, sin tu piel, sin los besos que siempre soñé sigo deseando el amor de la luna, 
mientras tú y el sol son uno solo.